El hijo de Kaidō y los pronombres japoneses

 Advertencia: esta entrada contiene detalles recientes e importantes del manga de One Piece.

Un mea culpa e introducción

Una de las dificultades al integrar las causas sociales de forma universal es saber comprender los contextos hacia los cuales nos dirigimos, pues a pesar de que situaciones como el machismo, la discriminación o la desigualdad social estén presentes en prácticamente todas las culturas, no todas la experimentan con la misma intensidad ni la comprenden de igual forma. Por ello, en el afán de construir un mismo discurso, a menudo se pueden cometer errores, pues como humanos tendemos mucho a simplificar las cosas, y las luchas sociales además son propensas a caer en las etiquetas, el reduccionismo moral y el maniqueísmo. Y si no comprendemos los diferentes matices que tienen varios aspectos de la realidad, los juicios que ejercemos pueden ser apresurados e incluso absurdos.

Empiezo con esto para recordarme a mí mismo que aún puedo caer en esa clase de juicios apresurados, como con el reciente tema de la expulsión de Gina Carano del set de The Mandalorian: ponerse a la defensiva por cuestionar a una porción del fandom de Star Wars muy cercano a la alt-right, creyendo que al hacerlo así se percibe a todo el que critique dicha desvinculación, no es racionalmente sano, pero lo cierto es que sigue siendo un caso de cancelación cuando menos debatible, aun cuando se trata de una republicana antivacunas y antimáscaras –cosa que ameritaría más una sanción-, y tampoco se debería señalar de ultra a todo el que así lo indique. Por otro lado, creo que nadie sensato asumiría que Disney, empresa que igual tiene la potestad de terminar el contrato de sus empleados por motivos como estos, lo hizo por razones más éticas que económicas.

Con esa apertura, entremos de lleno en el tema de esta entrada, que va más relacionada con el tema de lo que parece. La imagen del inicio es una colaboración ilustrada de homenaje a las heroínas de One Piece, uno de los mangas más exitosos en Japón, creada por mangakas de Ribon, una revista de Shueisha especializada en demografía shōjo (dirigida a mujeres adolescentes). La Weekly Shōnen Jump, revista que publica el manga de Eichiro Oda y perteneciente a Shueisha, publicó en su página en Twitter la ilustración, con cada uno de los personajes femeninos dibujado en el estilo de diferentes mangakas. Lo que llamó la atención y curiosidad de muchos seguidores, en particular angloparlantes, y la furia de otros, es que entre las mujeres que aparecen ilustradas en el panel se encuentra Yamato, que para quien no siga el manga es la segunda figura desde la izquierda.

Contexto para quienes no conocen la serie, o no leen el manga: en el capítulo 977 del actual arco del País de Wano, descubrimos que Kaidō, uno de los Yonkō (Cuatro Emperadores) y líder de los Piratas de las Bestias, tiene un hijo llamado Yamato, ordenando a sus oficiales que le encuentren y traigan ante él, ya que es importante su presencia para el anuncio que dará en el Festival del Fuego de esa noche. Seis capítulos más tarde Yamato aparece y rescata a Luffy, el protagonista de la serie, de una escaramuza con dos de los oficiales de la tripulación de Kaidō, y en el número siguiente descubrimos que es biológicamente una mujer; de hecho, la ficha de personaje del manga le presenta como hija de Kaidō, pero que ha decidido emular a su ídolo, Kozuki Oden (un daimyō de Wano, y uno de los guerreros más poderosos e influyentes de su generación), al punto de vestirse y actuar como un hombre e incluso referirse a sí como “Kozuki Oden”.

Comprensiblemente, esto ha generado confusión y debate entre los lectores puesto que, para muchos, no es claro cuál es su identidad de género, o si hay algún tema con dicha identidad de género como tal, y el hecho de que Kaidō se refiera a Yamato como su “hijo”, a pesar de que la historia nos la describe como “hija”, sin duda no ayuda a aclarar las cosas. Por ello, su presencia en el panel de las heroínas no fue ajena a la polémica para quienes asumen que es un personaje transgénero, y por desgracia algunos comentarios en inglés fueron un tanto inflexibles al dirigirse a quienes expresaban dudas legítimas o trataban de racionalizar la ilustración. Como ejemplo, una usuaria bastante activa en los comentarios de la publicación compartió con frecuencia la siguiente imagen.

En principio, esa imagen contiene un comentario irónicamente debatible en sí mismo porque 1): si se quiere una verdadera aceptación e integración de la comunidad trans, es necesario un debate sano con todos que permita comprender esta realidad; 2): relacionado con lo anterior, el concepto de que el solo uso de pronombres sirva para asumir a una persona como transgénero tiene implicaciones en materia de salud pública y temas sociales y judiciales, que no pueden desdeñarse tan sólo por un enfoque estrictamente constructivista de la identidad de género; 3) el mensaje condiciona el respeto a personas de la vida real por la forma en que alguien interpreta o se dirige a personajes de ficción, argumento que necesita al menos una observación; y 4): refleja una terrible incomprensión cultural del uso de pronombres en el idioma japonés, un tema bastante complejo e interesante que escapa del marco… occidentalizado en que el autor del tuit ubica a Yamato.

Ojo acá: reitero, por enésima vez, mi compromiso con la realidad biológica y objetiva de que la identidad de género de una persona puede no corresponder con su morfología, anatomía genital, arreglo cromosómico y línea germinal. Pero esto no hace que el género sea en algún sentido una cuestión de construcción social exclusiva, sino que es consecuencia de diferentes procesos, aún no comprendidos del todo, pero biológicos y reales, y como tales pueden verse influenciados por condiciones externas prenatales (no postnatales: la orientación sexual o la identidad no cambian por crianza), con potenciales bases genéticas y de desarrollo. En otras palabras, ni cuestiono ni desconozco la identidad de las personas trans; lo que sí objeto es la ideologización constructivista y la fiscalización del lenguaje que algunos activistas presentan, y que en últimas a quien hace más daño es a la propia comunidad trans. Pero ese es un debate de otro momento.

En fin, para continuar con el argumento de la presente entrada, debemos ir desmenuzando poco a poco los siguientes puntos: los distintos pronombres japoneses y su uso en la vida real y la ficción; el caso de Yamato en contraposición con otros personajes de One Piece; y el contexto y subtexto alrededor del personaje, por la gente que le rodea y la historia en sí. No es un tema tan sencillo, y no presumo de tener la última palabra, pero creo que hay suficientes argumentos para que se entienda por qué es una controversia con más matices de los que algunos reconocen, y aun así es -tal vez- menos ambigua de lo que parece a simple vista.

Pronombres japoneses: más fluidos que puros

Como saben, en idiomas tenemos varias discusiones en torno al lenguaje y la discriminación. Algunas ideas son un tanto absurdas, como el lenguaje inclusivo, porque existe la percepción errónea de que al cambiar algunas palabras podemos alterar la discriminación. Sin embargo, el tema del uso de los pronombres sí merece una consideración, puesto que es importante para una persona transgénero el ser reconocida por su identidad de género, más allá de sus formas externas: en ese sentido, el uso de un pronombre preferido es fundamental para reconocerle como persona de derechos y generar un ambiente de respeto y salud emocional, sea que cuente o no con respaldo clínico. Aun así, es importante tener en cuenta que, por ejemplo, los pronombres que usamos en el idioma español no son los mismos que en el idioma inglés, pues aquí dependen en ocasiones del contexto en que se usan: un ejemplo es el pronombre en segunda persona, you, que puede significar tanto tú (singular) como ustedes (plural).

En el caso del país del Sol naciente, hay una riqueza lingüística considerable, y el uso de los pronombres en el lenguaje es uno de los más interesantes y difíciles de comprender para un no nativo, puesto que pueden omitirse sin problemas de una frase si el contexto permite inferirlos, y su tipo y uso no es puro, como puede ocurrir en lenguajes como el nuestro, sino que depende de diferentes contextos y factores. Por ello, algunos consideran que, más que pronombres, son más bien clasificadores deícticos del idioma japonés: es decir, no sólo indican dónde se encuentra la persona a la que uno se dirige o la forma en la que uno interactúa con ella, sino que también ofrece una cierta clasificación, lo cual dependerá del contexto en el que son utilizados. Y no sólo se trata de su uso, sino de su diversidad: hay muchos pronombres, y la mayoría difiere en su uso por formalidad, género, edad, región e incluso estatus social y estado emocional del emisor. En el siguiente enlace (inglés) pueden encontrar una lista de pronombres en primera persona y su uso y significado en diferentes contextos.

Otra cosa que debemos tener siempre en cuenta es que el uso de pronombres en la ficción japonesa no refleja necesariamente la forma en que son empleados en la vida real, sino que a menudo se trata de recursos narrativos para establecer un contexto e inferir un subtexto. Por ejemplo, hay muchos personajes femeninos que usan el pronombre ore para referirse a sí mismas, pero en el Japón real sería muy inusual encontrar a una mujer que así lo haga (ya entenderán por qué), excepto en algunos dialectos regionales; de manera similar, nadie usa hoy en día el femenino warawa (わらわ), un viejo pronombre modesto y ya extinto, pero que en la ficción es aplicado con personajes femeninos de clase noble, como Boa Hancock en One Piece, y suele indicar a su vez que se trata de una mujer de épocas antiguas o de origen sobrenatural/divino, como la infame Kaguya Ōtsutsuki del arco final de Naruto -quien técnicamente cuenta como todos los casos-.

Por supuesto, no voy a explicar cada uno de los distintos pronombres del japonés, porque no me daría el tiempo para continuar con la intención de esta entrada, así que presentaré los más comunes y la fluidez que poseen, a fin de entender el problema del tuit reduccionista. Y empecemos con uno de los más conocidos y empleados, watashi (わたし), un pronombre neutro siempre que se use en un contexto formal, como por ejemplo al dirigirse a un cliente en un negocio; no obstante, en conversaciones casuales su uso es más frecuente entre mujeres, y por lo tanto se siente que expresa una cierta feminidad. Si un hombre emplea watashi en una conversación casual, se interpreta que está siendo demasiado cortés, o que trata de darle un toque femenino a su discurso.

Algo similar ocurre con atashi (あたし), una forma más casual de watashi que en la vida real tiene una carga un poco más infantil, puesto que el sonido “w” es más difícil de pronunciar para los niños. En la ficción es mucho más frecuente, y dependiendo del contexto en que es usado puede llevar un subtexto diferente: si se emplea atashi con un personaje masculino, casi siempre implica que es afeminado u homosexual (como Matsuri Washū en Tokyo Ghoul:re, que lo emplea durante momentos privados), mientras que en el caso de una mujer lleva un tono más casual y de seguridad, típico en una mujer asertiva (por ejemplo, Nana Osaki de Nana) o de una que puede ser poco “femenina” en conducta, pero muy segura de su feminidad o que por estereotipos sociales trata de ser más femenina (Akane Tendo en Ranma 1/2).

Y hablando de niños, uno de los pronombres más flexibles en japonés, al menos en la ficción, es boku (ぼく), más asertivo que el formal watashi, pero menos casual que ore. Este es usado por hombres, y es muy típico de chicos jóvenes, así como de personas en un ambiente que requiere una casualidad en el discurso, sin caer en la informalidad o descortesía. Suele verse en personajes masculinos de personalidad tranquila y gentil (por ejemplo, Al Elric en Fullmetal Alchemist, Deku, protagonista de Boku no Hero Academia, o Armin Artlet en Shingeki no Kyojin), pero en general es como el pronombre masculino por defecto en muchas historias, así que no siempre indica un rasgo de la personalidad, excepto en ciertos casos que explicaré en un rato.

Ahora, boku también tiene un detalle peculiar, y es que en la ficción suele ser usado por mujeres de actitud más masculina o “machona” (mantengan esto en mente, que es importante), un tropo referido como bokukko. Tenemos así casos como el de Utena Tenjou, la protagonista de Revolutionary Girl Utena, que escapa de los convencionalismos femeninos de su sociedad; también Noise, de PandoraHearts; y Diane, de Nanatsu no Taizai, usa boku como pronombre, siendo más tosca que Elizabeth, pero más femenina que Jericho (quien usa ore como pronombre). Esto es notable porque en la vida real es extremadamente inusual que una mujer use boku como pronombre, excepto por cantantes y poetas, que lo pueden emplear por detalles de métrica, y no necesariamente por cuestiones de identidad.

Y otra tendencia en la ficción, esta un poco más reciente, es el uso de boku como pronombre de personajes andróginos, no binarios o cuyo género nunca es especificado, sino que depende más bien de la interpretación del lector. Casos así tenemos el de Yubel, antagonista de Yu-Gi-Oh! GX; Crona, personaje de Soul Eater; o Neferpitou, miembro de los Guardias Reales de Meruem en Hunter x Hunter. Por desgracia esta particularidad suele perderse en las traducciones, y a menudo se le reemplaza por un pronombre más puro, dependiendo del idioma: por ejemplo, en el caso de Crona, los doblajes y traducciones en inglés solían irse con pronombres masculinos, por cuestiones de pragmatismo (antes de que usar they como pronombre singular neutro se hiciera popular), mientras que en español me he encontrado más que nada con el pronombre femenino.

Y si bien ore (おれ) tiene un uso más puro, es a su vez más fluido de lo que aparenta. Este es el pronombre personal masculino más informal que se tiene, y suele ser visto como una falta de respeto al usarlo con extraños o en conversaciones formales. En diálogos más casuales, es visto como una señal de familiaridad, o como una forma de indicar un mayor estatus que el de sus semejantes, lo cual también puede ser grosero en determinados contextos, en especial si es utilizado con el honorífico –sama para referirse a sí mismos -una muestra de insoportable petulancia-. Por su connotación tan masculina y asertiva, ore suele ser el pronombre personal que usan la mayoría de los protagonistas del shōnen, y las pocas excepciones suelen marcar un contraste en su personalidad con otros personajes de su elenco, como en el caso de Deku antes mencionado, Jonathan Joestar de la primera serie de JoJo’s Bizarre Adventure, o Goku en Dragon Ball, cuyo boku ayuda a resaltar su personalidad más gentil en contraposición a la mayoría de los hombres en su serie (usaría ore por un corto período, pero luego volvió al pronombre más formal).

Lo curioso es que ore también es usado en la ficción por algunos personajes femeninos, a menudo mujeres rudas o de comportamientos más “masculinos”, y si bien ore es asociado a nivel social con el hombre, era un pronombre neutro y menos asertivo hasta finales del período Edo (1603-1886), y aún es usado por mujeres en la región de Tohoku, una región al noroeste de la isla Honshu con un acento más “rural”, ora. No suele cargar un subtexto en torno a la identidad de género, sino que es más para indicar fortaleza o estatus, dependiendo de la situación. Como ejemplo para contextualizar esto tenemos a Big Mom de One Piece: aunque no sea precisamente material de reinado, nadie negará que Charlotte Linlin es bastante femenina en aspecto y contexto, y al mismo tiempo una Yonkō1 y la soberana de Whole Cake Island, títulos de autoridad que son resaltados por su uso de un pronombre firme y agresivo.

Como ejemplo de los pocos casos con subtexto de identidad está Mutsuki, de TG:re, cuyo uso de ore contrasta con su personalidad tímida y reservada, pero cuando descubrimos que es transgénero, se hace claro el subtexto de que usa este pronombre para afirmar su masculinidad. Aunque aún existe debate sobre su identidad como tal, una vez que nos enteramos de su sexo biológico, es innegable que cada contexto posterior se encarga de enmarcarlo como un hombre, exceptuando unos pocos casos que sólo resaltan las dificultades que puede sufrir alguien en su condición, como los calambres abdominales durante la misión de la Subasta Humana o su espantosa tortura a manos de Torso.

Decía que el uso de los pronombres, en diferentes contextos, también pueden reflejar el estado emocional o psicológico de un personaje, y de eso hay bastantes ejemplos también en el manga y anime, aunque, de nuevo, a menudo se pierden en las traducciones y doblajes. El ore-sama, por ejemplo, puede tener diferentes implicaciones dependiendo del contexto: Buggy el Payaso lo usa en One Piece al convertirse en un Shichibukai, como forma de presumir su nueva autoridad; también es empleado por el Rey Piccolo y Vegeta en sus primeras apariciones, como señal de su asumido estatus “real”; y por Codicia en Fullmetal Alchemist, remarcando el subtexto de su personalidad deseosa de poder. Por otro lado, puesto que en Japón los niños suelen referirse a sí mismos en tercera persona, en los medios no sólo es el diálogo estándar para ellos, sino que puede ser empleado por personajes de carácter infantil y alegre (como Nana en Elfen Lied o Zeno en Akatsuki no Yona, aunque en el segundo caso hay una promesa trágica detrás de ello), marcar contrastes con su estilo usual de diálogo (la capitana Hina, de One Piece), indicar problemas psicológicos (Nadeko, de la franquicia Monogatari), o tal como en Occidente ser propio de personas arrogantes y ególatras (como el memético Dio Brando de JoJos).

También es frecuente que en una discusión o momento tenso se pierdan las formalidades, y sea destacado con los pronombres: por ejemplo, el monje Miroku de Inuyasha suele usar watashi al conversar, pero cuando está furioso emplea el ore como pronombre. Otro caso similar ocurre en HxH: en el japonés, el equivalente al tú/usted de segunda persona es usar el nombre del receptor más un honorífico -de ahí que, por lo general, un personaje se caracteriza como maleducado al no emplearlos cuando se dirige a otros-, a menos que haya mucha confianza entre ambos. Hay pronombres menos frecuentes y más casuales en ficción, como anata (あなた), omae (おまえ) –que seguro reconocen por la legendaria frase de Kenshiro en Hokuto no Ken- y su forma más ruda, temē (てめえ), o el usualmente tierno kimi (きみ) -que vemos en Shigatsu wa Kimi no Uso (Tu mentira en abril)-, pero en general, muy rara vez son usados en la vida real. No obstante, en la famosa escena de transformación de Gon en el anime, recordarán al protagonista afirmando que matará a Neferpitou usando el pronombre kisama (きさま), el cual es la forma más agresiva y grosera de referirse a una persona, y ayuda a resaltar de forma dramática el estado mental del joven Freecs durante el clímax de su arco.

Otra forma usual de emplear los pronombres como recursos narrativos son para destacar un caso de personalidad disociativa, o historias donde el personaje tiene literalmente otro yo. Como mencionaba en una nota al pie de la entrada sobre el autismo en la ficción, Kenshin Himura de Rurouni Kenshin suele referirse a sí mismo con el humilde pronombre sessha, pero emplea el brusco ore cuando se revierte a la sed de sangre de Battousai, su “antiguo yo”, y en la misma entrada puse el caso del Colmillo de Metsudo, Agito Kanō, en Kengan Ashura. En la serie original de Yu-Gi-Oh!, el protagonista se refiere a sí mismo con el gentil boku, mientras que el espíritu Yami Yugi usa ore para destacar su mayor confianza -el contraste es especialmente evidente en su duelo final, como pueden ver en este video-, y en la misma serie, Yami Bakura se distingue de su hospedero con el arrogante ore-sama.

Creo que con todos estos ejemplos y explicaciones ya tienen una idea más o menos general de la complejidad del uso de pronombres en japonés. ¿Cuál es el punto? Que al ser morfemas neutros, cuyo uso y significado es contextual, el concepto de pronombres preferidos que se busca en lenguas como el castellano y el inglés es un poco más difícil de comprender y aplicar en japonés, y en el caso de la ficción es aún más importante reconocer las sutilezas en torno a un personaje, dado que su lenguaje y expresiones son más idealizadas. De tal modo no se puede afirmar, sin apertura a discusión, que Yamato se identifica con un “he/him”. No, al menos, sin comprender el contexto en el cual se utiliza un pronombre determinado y el subtexto adyacente. Eso es lo que hace que el mencionado tuit sea bastante cuestionable en su intención y afirmación.

Una última cosa es que, a pesar de la vasta flexibilidad en el uso de los distintos pronombres de un idioma, esto no es necesariamente representativo del tratamiento o la igualdad a nivel de sexo, orientación o identidad de género, como sostienen los defensores del “lenguaje inclusivo”. A pesar de que Japón es relativamente más tolerante y progresista con la comunidad LGBTI, en comparación con otras naciones asiáticas (e incluso latinoamericanas, vaya), y su cultura y religiones no han sido hostiles con la homosexualidad como sí ocurre en naciones con influencia religiosa abrahámica, a nivel legal no hay reconocimiento del matrimonio homoparental a pesar del amplio respaldo de la ciudadanía –eso sí, hay unos “certificados de pareja” emitidos por varias ciudades-, no hay derechos de adopción para parejas homosexuales, y si bien existen leyes que facilitan el cambio del género legal y el nombre en documentos de identidad y redes de seguridad social para la reasignación de sexo, la falta de leyes civiles que protejan la orientación sexual y la identidad de género dejan a miembros de la comunidad LGBTI con pocos recursos legales para enfrentar la discriminación en instituciones públicas y privadas, y muchas personas evitan reconocer su orientación sexual o su identidad en su trabajo o con su familia por este motivo. De hecho, se acuña el término hikage (sombra) para referirse a la situación que enfrentan las minorías sexuales a nivel social.

Eso sí, Human Rights Watch ha pedido de forma constante al Primer Ministro de Japón, Shinzo Abe (cuyo partido, por cierto, no ha sido muy gentil con las minorías sexuales), que apoye legislaciones que protejan los derechos de la comunidad LGBTI, y una ley que reduce la mayoría legal de edad a 18, la cual facilitaría el cambio legal de género -aunque en condiciones aún un tanto restrictivas-, deberá entrar en efecto el próximo año. Así que por supuesto, como en muchos países, la lucha por un reconocimiento pleno de los derechos de las minorías sexuales sigue vigente en Japón, pero es de destacar que a nivel poblacional sí hay un importante apoyo manifiesto.

Ya con todo lo anterior contextualizado, es hora de explorar la controversia de Yamato, y para ello me apoyaré en algunos personajes LGBTI presentes en One Piece, con especial énfasis en quien sí ha sido confirmado como transgénero en el manga y por el mismo Oda. Por supuesto, no está de más recordar que voy a tratar de sustentar mis argumentos, con el mayor respeto posible, aunque quizás no sean del placer de todos.

Okiku: contextos y subtextos

Siendo un shōnen, One Piece destaca bastante en su uso de personajes femeninos, algo relativamente inusual. Si bien es cierto que como buen shōnen, hay una menor cantidad que los personajes masculinos y no siempre han destacado en todos los arcos, es innegable que muchos de los grandes personajes de la serie son mujeres, la mayoría de ellas han tenido al menos una buena caracterización, y además de las heroínas de la ilustración de Ribon (que de hecho, varias de ellas se han destacado más fuera de la arena de combate) hay otros personajes que han mostrado una gran fortaleza y voluntad sin necesidad de ser guerreras. El actual arco no ha sido ajeno a ese espíritu diverso de la serie, y una de las primeras mujeres que conocemos en Wano es un personaje muy interesante: Okiku.

Debutando en el capítulo 913 del manga, conocemos a Okiku (técnicamente es Kiku; el prefijo O- es un honorífico femenino usado durante el Japón pre-guerra) como la camarera de una casa de té en Okobore, un pueblo en los baldíos de la región de Kuri. Una vez que interactúa con Luffy y Zoro, se une a ellos en un rescate dentro de Pueblo Bakura, residencia de los oficiales de los Piratas de las Bestias en Kuri, y descubrimos no sólo que es una mujer compasiva y con un fuerte sentido de la justicia, sino además una samurái sumamente hábil, aliada del excéntrico Kin’emon y una de las Nueve Vainas Rojas, los sirvientes más fuertes de Kozuki Oden. Para no enredarme demasiado con la trama, participa en la revuelta de la prisión de Udon, y en el capítulo 948 descubrimos, gracias a los prisioneros que reconocen su máscara demoníaca, que su verdadero nombre es Kikunojō de la Nieve Persistente, “el samurái más bello del País de Wano”, pero ella misma se confirma como “una mujer de corazón” ante la breve sorpresa de Luffy y Chopper. Okiku es, pues, una mujer trans, y en un sentido práctico el primer personaje transgénero de One Piece.

Hay que mencionar que Oda tiene una fuerte presencia LGBTI en su manga, aunque en su mayoría a través de los okamas, un argot japonés que designa a los homosexuales o travestis, pero que en el contexto de la historia de One Piece se refiere a estos últimos: hombres “con el corazón de una doncella” que adoptan rasgos y comportamientos femeninos. Y si bien muchas veces llevan un elemento de comedia, jamás son subestimados ni como personajes individuales ni en general: tienen estilos de combate que fácilmente pusieron en aprietos a alguien como Sanji (miembro del “Trío Monstruoso” de los Sombrero de Paja) e incluso derribaron a un Shichibukai poderoso como Kuma. Y como personajes, Mr. 2 Bon Kurei es carismático y entrañable, con un fuerte altruismo y un sentido amplio de camaradería, mientras que Emporio Ivankov, pese a sus excentricidades, está dispuesto a ponerse en riesgo para salvar a sus compañeros y sus “caramelitos”, y además sigue con firmeza la filosofía del Ejército Revolucionario: dar las herramientas a las demás personas para que ellas mismas obren sus propios milagros. Y eso sin mencionar que los Newkamas, los seguidores de Ivankov, ofrecen un concepto interesante sobre la fluidez de género, pues gracias a los poderes de su Rey/Reina han experimentado la vida en cuerpos masculinos y femeninos a placer, a punto que, en sus propias palabras, han trascendido la palabra “género”.

Pero me desvío. Menciono a Okiku porque destaca no sólo por su caracterización tan femenina, muy diferente en contexto a los okamas, sino además porque ofrece un ejemplo también de cómo los pronombres no necesariamente codifican la identidad de un personaje, si no se interpreta bien el contexto. Cuando conocemos a Okiku, sus primeros diálogos carecen de pronombre (como dije, no son usados con tanta frecuencia como en otros idiomas porque el contexto permite inferirlos), pero cuando se une a Luffy y Zoro se presenta a sí misma como samurái usando el sessha (せっしゃ). Como mencionaba sobre Kenshin en la entrada sobre TEA, este es un pronombre de tiempos feudales, que literalmente significa “uno que es torpe”, y contextualmente “este humilde servidor”. Lo notable es que era un pronombre exclusivo de samuráis, pues no estaba bien visto que presumieran de sus talentos y posición, y por lo tanto es uno específicamente masculino. Sin embargo, ¿eso afecta acaso la identidad de género de Okiku?

Primero que nada, ¿existieron mujeres guerreras en Japón? Sí: desde los tiempos prefeudales hay registros de las onna-musha u onna-bugeisha, mujeres entrenadas en combate que en ocasiones lucharon junto a los hombres en tiempos de guerra; la mayoría combatía usando una naginata (una lanza) o una kaikei (un tipo de daga), pero durante el período Edo, donde su papel en la sociedad se vio restringido, algunas aprendieron kenjutsu (artes de espada); y hoy en día hay muchas onna-musha reconocidas como íconos populares, tales como Tomoe Gozen, guerrera durante la época que dio lugar al primer shogunato, y Nakano Takeko, quien combatió en la Guerra Boshin (1868-1869) que acabó con la era de los Tokugawa y dio paso a la modernización del país. No obstante, la mayoría no eran reconocidas ni entrenadas como samuráis, por lo cual nunca usaron el pronombre sessha para identificarse a sí mismas.

Ahora, ¿esto significa que deberíamos dirigirnos a Okiku como hombre? En absoluto, y estoy seguro que la autora de ese desafortunado tuit no se atrevería a afirmarlo así. En primer lugar, todo el contexto en el que nos presentar al personaje se encarga de enmarcarla como inequívocamente femenina. A diferencia de los okamas o su hermano mayor Izo (también travestido, pero sin la extravagancia de un okama), Okiku no sólo tiene un aspecto físico de mujer, sino que el estilo de su kimono, su voz y sus ademanes y gestos son muy femeninos; en sus interacciones con los demás personajes, como Tsuru, Kin’emon e Izo siempre es presentada y tratada como una mujer, siendo llamada Okiku o Kiku, no Kikunojo; y por supuesto, su ficha en el manga también la define como mujer. En ese sentido no hay lugar a ambigüedades sobre su identidad femenina.

Por otro lado, hay una clara distinción en cuanto a roles entre samuráis y onna-bugeisha, ya que los primeros estaban al servicio de los terratenientes, los daimyō, mientras que las segundas eran entrenadas principalmente para defender su hogar en tiempos de guerra (aunque como mencioné muchas participaron en batalla), y es por ello que no se les consideraba samuráis, lo que significa que el uso de sessha como pronombre masculino era sólo otra clasificación deíctica, más asociada a un contexto social que a una cuestión de identidad. Esto nos ofrece un subtexto importante en el contexto de Okiku: usa el sessha como pronombre por un orgullo manifiesto, pues después de todo es parte de las Nueve Vainas Rojas, todos samuráis, y fue entrenada por el mismo Oden, quien en vida y después de su muerte es reconocido como el samurái más poderoso de Wano, y uno de los hombres más fuertes de todos los tiempos. En otras palabras, ella usa el pronombre de un samurái no por aceptar su condición biológica, sino porque, antes que todo, es samurái, y tiene un deber que cumplir como samurái.

Habiendo examinado el ejemplo de Okiku, pasamos a Yamato. Y aquí la cosa se complica, ya que el contexto es mucho más ambiguo de lo que parece a simple vista, y de hecho el caso de Okiku ayuda a identificar estos detalles. Pero si tuvieron la gracia de seguir leyendo hasta este punto, pueden ver las ideas que presento para desechar los reduccionismos morales, y comprender cómo el contexto y las implicaciones son lo fundamental a la hora de comprender a un personaje, más allá de los pronombres empleados en una lengua distinta a la nuestra.

La máscara hannya y el sōtoku de las Bestias

Conocemos a Yamato presentándose como “el hijo de Kaido”, usando un kimono amplio que sin duda escondía sus formas femeninas, junto a unos hakama -pantalones anchos que rara vez son usados por las mujeres en Japón-, una frondosa peluca y una máscara hannya con chivera, por lo que no descubrimos su sexo hasta el siguiente capítulo, donde se despoja de la mayoría de esas ropas -y es indudable que Oda resalta bastante su feminidad durante su revelación-. Podrían decirme: “¡Pero no puedes asumir su género!”, y eso es verdad. Sin embargo, con Okiku tuvimos una presentación muy similar, destacando su feminidad incluso en su ficha de personaje, y no tuvimos problema en asumirla como mujer antes y después de la revelación de su identidad, así que ¿sería discriminación hacerlo con Yamato, dadas las circunstancias? Claro que hay ciertas diferencias de antemano, y es menester explicarlas a continuación.

Sin duda, uno de los argumentos más fuertes que muchos presentan es que Yamato se refiere a sí usando boku, que como ya expliqué es un pronombre típicamente masculino, y es por ello que en las traducciones en inglés se emplea el he/him. No obstante, como vimos, tanto este como ore son en realidad pronombres neutros, usados en ficción por aquellas mujeres que escapan de los roles sociales asignados a su género, y tal como en el caso de Okiku es muy importante tener en cuenta el contexto a la hora de interpretarlos: ese es el principal error de la autora del tuit. Por otro lado, ante la confusión de Luffy al descubrir que es mujer, Yamato responde (negritas mías): “Kozuki Oden era hombre, ¿cierto? ¡Así que escogí ser hombre también!”. Esto nos sugiere que, si Oden hubiera sido una mujer, Yamato actuaría igual siguiendo su legado, pues intenta emular a Oden como persona y ejemplo. De hecho, por momentos llega al punto cómico de actuar y referirse a sí misma como si literalmente fuera Oden, desconcertando a algunos personajes que llegaron a conocerlo: es como una cosplayer que se metió demasiado en su papel, algo parecido a ese capítulo infame de La rosa de Guadalupe, pero hecho mejor y con más respeto.

Salgamos del manga un momento. No es inusual para las personas identificarse y tratar de emular a figuras notables de la cultura popular, y entiendo que algunas personas trans pueden también inspirarse en ellas cuando asumen su identidad de género. Sin embargo, recuerden que la identidad, siendo parte de la dimensión psicológica de la sexualidad, es también innata, incluso cuando no está alineada con tu arreglo cromosómico o tus gametos. Puede ser reforzada o suprimida por el ambiente, quizás, pero jamás aprendida o escogida, igual que la orientación tampoco se “elige”. Por eso es que comprendemos que las así llamadas “terapias de conversión” o reorientación sexual son pseudociencia equivalente a tortura física y psicológica, potencialmente dañinas para las personas que son sometidas a ellas, y consideradas ilegales en muchos países: porque no sirven. Nadie puede cambiar tu orientación sexual ni tu identidad de género. Podemos construir nuestro propio rol en la sociedad, pero en una dimensión psicológica se nace como hombre o mujer, no se “llega a serlo”.

Vuelvo al manga para adelantarme a una posible objeción. Sé que hubo también cierta polémica porque durante el flashback a la historia de Oden, en el capítulo 962 del manga conocemos la infancia de Izo y Kikunojō (sí, aquí digo Kikunojō), bailando por dinero en las calles después que su padre fuese encarcelado, y son presentados como hermanos; aquí desconozco el término original que se usó en japonés, pero en la traducción en inglés se resaltó el sexo biológico de ambos al usar brothers (es decir, cuando dos o más hijos son todos hombres) en vez de siblings (si hay al menos una mujer). Hubo lectores que lo tomaron muy mal, e incluso algunos como la del tuit reduccionista acusaron a Oda de transfóbico e irrespetuoso (¿eh?).

Aun asumiendo que las traducciones no siempre reflejan la intención del autor, como pasó en el caso de Crona, este panel es mucho más difícil de contextualizar, y si bien no creo que mi respuesta sea la definitiva o la más certera, considero que puede explicarse porque 1): estamos viendo la escena desde la perspectiva de Oden, quien apenas conocía en este entonces a los hermanos; 2): Kikunojō es un nombre de gremio asociado a los onnagata, actores kabuki que interpretan papeles femeninos (las mujeres están vetadas del teatro kabuki desde 1629), por lo que es fácil asociarlo a un contexto masculino; y 3): el desarrollo del reconocimiento de la propia identidad puede darse tan temprano como infancia o tan tarde como la edad madura, dependiendo de la persona, por lo que no sería inusual que en su niñez, Okiku aún no se reconociera a sí misma, una circunstancia que estoy seguro algún lector trans entenderá mejor que yo. De ahí la clara diferencia en los nombres usados en la ficha de personaje, lo cual en todo caso no invalida el contexto femenino y lo que hemos podido inferir de la presencia de Okiku en la historia, ni mucho menos niega su identidad como mujer.

Retornando con Yamato, hay otros detalles que aportan un subtexto femenino a su personaje. En primer lugar, el nombre de su padre Kaidō y su condición biológica de mujer muestran una clara inspiración histórica en Kaidu (c.1230-1301), bisnieto de Genghis Khan y khan de facto del kanato de Chagatai, una de las divisiones del Imperio mongol. Este khan se mantuvo en guerra por décadas con su tío, el afamado Kublai Khan (de hecho, la invasión de Kaidō al País de Wano sería un paralelo más exitoso de las fallidas incursiones navales de Kublai a Japón), y quienes hayan visto la serie Marco Polo sabrán también que Kaidu tenía una hija, Khutulun (1260-1306), quien era una poderosa guerrera, aconsejaba a su padre en asuntos no sólo bélicos sino políticos, e incluso cuidó su tumba y se enfrentó a la sucesión de sus hermanos por cinco años; se cree además que inspiró la creación de Turandot, el personaje de la ópera homónima de Puccini. Por supuesto Oda puede haberse tomado varias libertades con Yamato (por ejemplo, la relación con su padre está a años luz de ser tan idílica), y quizás su identidad de género entre ellas, pero el contexto y la inspiración están presentes.

Pero además hay otra posible inspiración. En junio de 2019 -un año antes del debut oficinal de Yamato-, en un Mangaka Musings, blogs en Viz Media con comentarios de mangakas de la Jump, Oda manifestó estar leyendo La Rosa de Versalles, un shōjo clásico de los años setenta, y sorprenderse de que su protagonista fuera mujer. Este manga (cuya adaptación al anime conocimos en Latinoamérica como Lady Oscar), ambientado en la Francia del siglo XVIII, cuenta la historia de Oscar François de Jarjayes, hija del comandante de la Guardia Real del Palacio de Versalles, quien fue criada por su padre como hombre para que lo sucediera en su cargo justo poco antes de la Revolución Francesa. Oscar se identifica indudablemente como mujer, pero su carácter y su papel en su sociedad es masculino, y jamás reniega o lamenta haber sido criada como un hombre –aunque, por puesto, esto genera conflicto en la serie-, sino que de hecho acepta su rol como tal en la Francia pre-republicana2. De nuevo, no es necesariamente determinante para la construcción de Yamato (aunque cabe señalar que este nombre suele ser masculino en la vida real, al igual que Oscar), pero tampoco creo que su mención haya sido casual, y como en el caso de Khutulun nos sugiere que el subtexto detrás de su personaje se acerca más bien al de una mujer que asume y acepta los roles sociales de género que tradicionalmente corresponden a los varones, más que identificarse literalmente como hombre.

Aún hay un elemento más, aunque esta quizás sea una interpretación más libre, y es que tanto Okiku como Yamato utilizan máscaras hannya. Estas reconocidas máscaras son típicas del teatro Nō, y representan a espíritus femeninos que se vuelven demoníacos por los celos, cuyo color es indicativo de su carácter. Una hannya blanca pertenece a una mujer más refinada, mientras que las máscaras rojas son de personajes más agresivos: entre más oscuro sea el rojo de la máscara, más demoníaco será el espíritu. La hannya blanca que usa Okiku en Udon podría ser, entonces, una forma de entrar en el papel de guerrera mientras conserva su feminidad (lo que también explicaría la armadura y máscara mengu con estilo similar que usa en el Festival del Fuego), y aunque aún no tenemos el color de la máscara de Yamato, el hecho de que sea una hannya también sería una forma de mostrar su verdadera naturaleza, a pesar de esconderse detrás de ella. Pero como dije, esta interpretación ya es más personal que argumentada.

(Eso sí, me surge una pregunta: si los miembros de la tripulación de Kaido ya la conocen, y no permaneció mucho tiempo con el disfraz ante Luffy, ¿para qué molestarse con ello en primer lugar?)

“Bueno”, me dirán, “puede que Yamato no se identifique psicológicamente como hombre, pero entonces, ¿por qué Kaidō y sus subordinados se refieren a ella como ‘hijo’? ¿Y cuando Luffy le asegura a Shinobu y Momonosuke que ‘él es de confianza´? ¿Eso no cuenta como un contexto en el que le reconocen como varón?” Esa es una inquietud válida, pero con el segundo caso es cuestión de fijarse en el texto original: Luffy usa el pronombre soitsu (そいつ), un informal de tercera persona para señalar a alguien cercano al receptor y que es, adivinaron, de género neutro, por lo que nuevamente fue tema de traducción. En cuanto a la primera pregunta, para responderla tendríamos que fijarnos en la estructura jerárquica de los Piratas de las Bestias, una meritocracia basada en la fuerza, pero sobre todo en la mentalidad de su mismo capitán y sōtoku (gobernador-general), la llamada “Criatura más Fuerte del Mundo”.

Kaidō es uno de los menos desarrollados entre los Yonkō, pero tenemos suficiente caracterización para inferir algunas cosas. Sabemos que es un hombre iracundo y agresivo, con un gusto por empinar el codo y combatir a mazazos, y con un aburrimiento rayano en el nihilismo, debido a que son pocas las personas en los Cuatro Blues y el Nuevo Mundo que pueden plantarle cara, y aún menos los que son capaces de lastimarlo debido a su absurda durabilidad: por eso respetaba a Barbablanca y a Roger, aun cuando los consideraba demasiado blandos para ser piratas. Disfruta cuando puede encontrar un oponente digno, y aunque no dejará pasar una oportunidad de sacar ventaja, nunca te atrevas a intentar ayudarlo en un combate, aunque su propia vida esté en peligro, si quieres ver otro amanecer. En general, si hay algo que Kaidō respeta es la fuerza.

Esto permite comprender mejor su complicada relación con Yamato, pues Oden fue la única persona capaz de dejarle una cicatriz permanente, y además logró resistir su brutal método de ejecución por una hora, una hazaña que la pequeña Yamato contempló, y que conminó al Yonkō a ejecutarlo él mismo como muestra de respeto. Yamato explica que Kaidō empezó a darle palizas desde que manifestó que quería ser Oden, siendo apenas una niña, y aunque dadas las circunstancias no sorprende (después de todo, poderoso o no, aún era su adversario), la fuerte impresión que el samurái dejó en el Yonkō, y la determinación de su hija al idealizarlo y seguir su ejemplo, al parecer le inspiran el suficiente respeto para llamarla “hijo”. De igual manera respeta el propio poder de Yamato, al incluirle en sus futuros planes para Wano (desconociendo que busca abrir Wano al mundo, tal como era la última voluntad de Oden), aunque no lo suficiente como para evitar ponerle unas esposas explosivas por si alguna vez intentaba escapar de Onigashima. Y pues, de los subordinados no hay mucho que decir: si su capitán llama hijo a Yamato, es casi natural seguirle la corriente, aunque algunos de los oficiales sean un poco más despectivos hacia “él” a sus espaldas.

Conclusiones

Si se han tomado la molestia de leer hasta este punto, cosa que agradezco porque estoy consciente de lo extensa –y potencialmente controversial- que es la entrada, resumo diciendo que, por las evidencias, creo que lo revelado hasta ahora en One Piece nos da suficiente información para inferir que Yamato es una mujer en toda dimensión (excepto, claro, su rol asumido). No obstante, no tendría por qué reírme o desaprobar –ni aliento a hacerlo- a quien opte por usar pronombres masculinos o incluso neutros con el personaje, porque a final de cuentas, aunque es el autor quien tiene la última palabra (por ejemplo, aclaró la duda a quienes no entendían el uso de ore por parte de Big Mom), y hasta el momento no ha manifestado mucho que se sepa, lo maravilloso de una historia es que puede dar lugar a multitud de interpretaciones por parte de los espectadores, y la forma en que reconozcamos a Yamato también dependerá de lo que cada uno entienda como transgénero dentro de las muchas ambigüedades del contexto presentado.

Así que, en ese sentido, incluso usar el ello (pronombre neutro en castellano, que debería ser más empleado en vez de un “elle”, “ellx” o “ell@”) es más que válido hasta tener buena información. Lo que no se puede hacer es estar buscando con lupa cualquier disidencia con nuestras ideas y llamarla discriminación, como hace la autora de ese tuit de forma tan inflexible y lapidaria, si no tenemos todas las herramientas a la mano para hacer un juicio más objetivo de las ideas. Entiendo bien que se trata de un tema sensible y que es importante en cuanto al reconocimiento de la población trans, y por lo mismo traté de esforzarme en esta entrada por ser lo más respetuoso posible. No obstante, con la ficción siempre hay que tener cabeza fría, sobre todo si viene de una cultura e idioma que no se comprende del todo, y no magnificar o malinterpretar algún contexto, así que no es cosa de cerrar la discusión so pena de ser clasificado como transfóbico. Así no se argumenta.

Y como sé que hay gente en redes que es reiterada con el tema de Okiku a pesar de que es mucho menos ambiguo, también tengo que hacer una mención al respecto: si estás confundido sobre cómo es que se identifica como mujer mientras usa un pronombre masculino, espero que con esta entrada quede clara la cuestión. Si a pesar de eso sigues con la muletilla de “pero es hombre” … pues qué te digo: no sé cómo serás con la gente en la vida real, pero en principio eso no habla muy bien de ti.

Así cierro. Por supuesto que estoy abierto a comentarios y sugerencias, porque después de todo es un tema en el que otras personas tendrán más que decir, pero siempre que se haga dentro del respeto, sin tener que estar señalando con el dedo al contrario. Saludos.

1Otro ejemplo contextual: en japonés, Yonkō es utilizado de forma individual para referirse a los miembros del colectivo, ya que enfatiza la importancia del título.

2Por si tienen la curiosidad, Oscar usa los pronombres ore y watashi, pero en un contexto social: emplea el ore cuando habla con personas de menor estatus social, y reserva watashi para quienes están en una posición igual o superior a la suya.

Comentarios

  1. Cuanto drama por una situación tan simple, por eso los normies no deberían leer manga

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No es tanto cosa de "normies": es más de gente que hace lecturas superficiales de un trabajo de ficción, y en ese error pueden caer muchos.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares